El Pez y la Flecha. Revista de Investigaciones Literarias
Sección Cardumen
Vol. 3, núm. 6, mayo-agosto 2023
Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias, Universidad Veracruzana
ISSN: 2954-3843
Juan José Arreola. Las mil y una invenciones
Teresa Muñozaa
aIndependiente, México, pitaciomar@gmail.com
Luz Elena Zamudio y Alfredo Pavón (Coords.). Juan José Arreola. Las mil y una invenciones. (2021). 407 pp. ISBN: 978-607-28-2033- 3/978-607-8785-04-9. México: Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa/Ediciones del lirio.
Se podría pensar que abordar la obra de Juan José Arreola es un asunto fácil. Arreola es parte del trío de escritores jaliscienses que, en el siglo pasado, dieron forma a una nueva manera de hacer literatura en nuestro país. Sin embargo, Arreola también fue actor, generador de literatura oral, creador de nuevas alternativas dentro del mundo literario, promotor de la lengua española como un elemento de juego, además de maestro –en el sentido total de la palabra– de varias generaciones de escritores, periodistas, creado- res escénicos y un gran etcétera, al que hay que sumar su inquieta personalidad, que lo convierte en un renacentista, por la cantidad de ámbitos, incluyendo el deportivo, en los que involucró sus necesidades de expresión.
Juan José Arreola. Las mil y una invenciones, cuya edición se debe a Luz Elena Zamudio y Alfredo Pavón, bajo el sello de la Universidad Autónoma Metropolitana y Ediciones del lirio, es un excelente modo de acercase a este hombre que hizo de sí mismo su mayor creación, moviéndose en la vida como su propio personaje: actor, escritor, filósofo, promotor cultural, comentarista, locutor, lúdico de la lengua, dibujante; quien con su sombrero y capa negra queda en el imaginario colectivo. Persona generosa –según cuentan los que lo conocieron de primera mano, los que lo trataron como amigo e incluso los que sólo fueron sus alumnos–, artista de aspectos tan variados que sólo puede ser estudiado cuando se dividen éstos en cada una de sus partes.
Y ese es uno de los aciertos de Zamudio y Pavón en Juan José Arreola. Las mil y una invenciones: que en sus más de cuatrocientas páginas ofrece una mirada integral al poeta, novelista, cuentista, ensayista, dramaturgo; en fin, todo el repertorio literario contenido en una obra breve, pero intensa, que también nos deja asomarnos al otro Arreola: el visitante juguetón de casi todas las ramas del arte –recordemos sus dibujos y textos poéticos, inspiración de músicos. El libro nace a partir del homenaje “Varia Arreola. Las invenciones de Juan José Arreola a 100 años de su nacimiento” que la Universidad Autónoma Metropolitana realizó en 2018; y a partir del cual Zamudio y Pavón logran conjuntar los ensayos de los participantes. El acomodo que se hace de los textos nos lleva de lo afectivo al legado literario, de lo filosófico a lo que da pretexto para la creación musical o teatral fundada en la obra del maestro.
Rodrigo Díaz Cruz rememora la oralidad y teatralidad de Arreola, que impactaban en todo el que tenía oportunidad de escucharlo. Adolfo Castañón hace el relato de cómo su padre lo llevaba a la antigua librería Robredo, donde descubrió un espacio de unicornios, que marcó un encuentro previo, mágico, antes de conocer a Arreola en la Facultad de Filosofía y Letras, donde fue cautivado por la palabra del maestro. Gonzalo Celorio, alumno de su taller en la mencionada Facultad, rememora un Arreola que hablaba como si escribiera, ya que siempre consideró esas dos formas del lenguaje igual de significativas; recuerda además el asombro ante el hecho de haberlo escuchado primero y luego leerlo sin que el sonido de la voz fuera silenciado con la lectura. Celorio también recuerda la época de Arreola en la televisión, cuando asistía al programa de Jorge Saldaña, época por la cual la siguiente generación supo de él y, por supuesto, fue seducida por su presencia, tan sui generis, en un espacio inesperado.
Enseguida, vienen los ensayos que hablan propiamente del le- gado literario de Arreola. Pero aparecen imperceptiblemente divididos en más secciones. Así, inicia con Aurelio Herrera, quien hace un recuento de lo que pudiéramos llamar la formación académica de Arreola: su viaje a Francia para estudiar arte dramático con Luis Jouvert y, posteriormente, su entrada al Centro Mexicano de Escritores, todo lo anterior bajo el apoyo de Alfonso Reyes.
Alfonso Macedo relata el abandono momentáneo de la escritura para hacer literatura oral, con el proyecto Poesía en Voz Alta, y el placer de Arreola por estar ante las cámaras de televisión.
Hernán Lara Zavala rememora lo erótico en la obra de Arreola y esa sensación de pecado a la que hace referencia en la autobiografía que le dictó a Fernando del Paso. Lara Zavala también relaciona “El guardagujas” con el primer viaje que realizó el maestro en un tren de segunda.
Con Sara Poot Herrera, inicia un apartado cuyo diálogo entre Arreola y cinco escritores mexicanos –Manuel Acuña, Amado Nervo, Enrique González Martínez, López Velarde y Carlos Pellicer– nos ofrece un Arreola agradecido con sus legados literarios, incluido el de la literatura infantil, que forma parte del alimento histórico literario del maestro.
Alfredo Pavón inicia la sección donde, tomando un poco los antecedentes y herencias literarias importantes para la formación de Arreola como creador, de las que habla en la entrevista que Emmanuel Carballo publicó en Diecinueve protagonistas de la literatura mexicana del siglo XX (1965), desglosa y da pie al tema de los bestiarios. No sólo a manera de la reinvención que de los mismos hace Arreola, sino que Pavón nos lleva a un recorrido por el género hasta llegar a la fábula-bestiario, encontrando al Arreola juguetón e irónico, que le da un vuelco al género.
Daniel Santillana, a partir de los antecedentes literarios mexicanos y occidentales de Arreola, hace un análisis de “El ajolote”. Margo Glantz presenta los bestiarios de Borges, Arreola y Monterroso y cómo cada uno crea sus engendros.
Federico Balli analiza “El guardagujas” y Aralia López interpreta cinco cuentos breves, a partir del absurdo y la parodia, iniciando un nuevo capítulo, donde tenemos al Arreola cuentista. Regina Cardoso nos recuerda, a partir de “Teoría de Dulcinea”, cómo Arreola hablaba de esos personajes que eluden a la mujer concreta para mantenerla como una fantasía inalcanzable. Imelda Estefanía Sevilla Espejel opta por la lectura del tiempo y espacio a partir de “Botella de Klein”.
El libro incluye tres ensayos alrededor de La feria, gracias a las plumas de Alma Rosa Domenella, Evodio Escalante y Norma Esther García Meza.
Y para no olvidar los inicios de Arreola, en la siguiente sección Luz Elena Zamudio aborda la poesía en verso, una faceta poco estudiada del maestro. Y Carlos Azar Manzur rescata la dramaturgia y en general lo teatral, que fue tan importante en la vida del maestro. Liliana Weinberg recupera el ensayo y Felipe Vázquez propone unas Obras completas, en donde no sólo se incluya su literatura escrita, sino también la oral, que ha quedado grabada y puede ser documentada por escrito.
Tzara Vargas y Edder Tapia realizan un reconocimiento al Arreola fílmico, por si todavía quedaban dudas de que abarcó todos los géneros, lo cual nos lleva al ensayo de Federico Bañuelos y de Jesús Herrera, donde dan cuenta, uno, de la creación de La Migala, espectáculo musical a partir del texto literario del mismo nombre, y, otro, de la relación entre Soneto de Arreola y la composición musical inspirada por el mismo.
Finalmente, Daniel Domínguez Cuenca ofrece una reescritura de varios textos, entre ellos el cuento “La vida privada”, creando el homenaje dramático perfecto para cerrar este libro homenaje, que nos recuerda que la creatividad no sólo descansa en un personaje que abarcó el mundo en mil y un lecturas.
Considero que JuanJoséArreola.Lasmilyunainvencioneses un libro necesario tanto para los estudiosos de su obra como para los simples lectores, que, como yo, hemos seguido su camino desde que, por primera vez, nos deslumbró en la televisión, al aparecer, sorpresiva- mente, como un juglar que se adueña del escenario, entregándonos un personaje transmutado en un todo narrativo, desde la oralidad, pasando por la escritura, hasta la fábula musical, y le quita culpa al erotismo a partir de la ironía e inspira a la creación.