El Pez y la Flecha. Revista de Investigaciones Literarias
Sección Cardumen
Vol. 3, núm. 7, septiembre-diciembre 2023
Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias, Universidad Veracruzana
ISSN: 2954-3843
Antología comentada
Diana Hernández Suárez 0000-0002-2125-5243a
aUniversidad Veracruzana, México, dianahernandez02@uv.mx
Miguel Ángel Castro (Ed.). (2023). Crónicas periodísticas del siglo XIX. Antología comentada. 552 pp. isbn: 978-607-30-7619-7. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Para Susana Rotker, la crónica como género literario es el resultado de la hibridación de mecanismos y funciones textuales, una superación de la estética realista, pues no imita nada, no documenta, sino que “sobrepasa los esquemas” de lo concreto.1 En otras palabras, es una forma de relacionar los elementos abstractos del lenguaje y de la realidad, la síntesis de la experiencia de un presente ajustado a la representación y concepción poética. En sí, implica la superación del pacto de realidad que imprime la prensa informativa y noticiosa frente al idealismo literario para concretarlos en una misma expresión. Inscrito en la tradición de los estudios de la prensa y de la historia de los géneros que en ella se producen, Crónicas periodísticas del siglo xix. Antología comentada busca mostrar, recuperar, la representación de la experiencia diaria en el siglo xix mexicano a través de la crónica, entendida como un espacio de conjugación de intencionalidades intelectuales, comunicativas y artísticas.
El valor de la recuperación que se hace en este volumen supera el mero afán, completamente loable, de publicar materiales de lectura para clases. Lo que se descubre en esta antología es que el lector no se encuentra frente a un “género híbrido”, sino ante textos de lindes trastocados, de límites completamente difusos, cuyos rasgos obedecen a la misma naturaleza del espacio de publicación: la prensa. Por eso, tienen cabida en estos textos las valoraciones artísticas y críticas, los juicios morales, las pautas de comportamiento, la aseveración política, la experimentación estilística y la ficción, una forma de la ficción del yo que puede presentarse como antesala de la autoficción moderna. Bajo el concepto de crónica, hay un espectro de textos que, si bien no siempre encajan en su totalidad en el término moderno, sí mantienen la especificidad textual del documento histórico, toda vez que señalan y organizan la experiencia cotidiana; y aún más, organizan la sensibilidad estética de cada época.
La conciencia de que la materialidad es un elemento fundamental en los procesos de recepción e interpretación de cualquier documento se concreta en Crónicas periodísticas del siglo xix. Antología comentada. Permite, además, la posibilidad de dialogar críticamente con la época, no sólo porque se ofrece la oportunidad de contextualizar las crónicas en su espacio de publicación y enunciación –por medio del enlace https://sigloxix.iib.unam.mx/–, que remite a la fuente original, sino también porque en la selección ofrecida se incluyen diversos textos que establecen qué se entendía por crónica y cuál era la idea de literatura que subyacía a cada consideración genérica. Incluso, es posible rastrear problemas de representación estética, gracias al hallazgo de textos escritos en verso, que pretenden ser una suerte de ensayo o crónica, dado que buscan criticar y documentar la experiencia cotidiana en la Ciudad de México.
La preocupación por conocer el contexto de publicación de un texto no se reduce a una noción vaga sobre la materialidad, sino que permite historiar los procesos textuales e intelectuales que sufren los textos junto con su plataforma: las posibilidades técnicas del soporte –de la prensa– transforman la forma, los mecanismos narrativos y la intencionalidad de los textos. El diálogo con otros textos, con fotografías, con noticias, escolios y poemas no debería desestimarse, toda vez que este conglomerado constituye, precisamente, la definición del género: ¿qué textos merecían el rótulo “crónica”? Gracias a esta preocupación, la antología editada por Castro también permite pensar y evaluar tanto lo que se entiende actualmente por crónica como lo que entonces se pensaba como tal. Así pues, las crónicas aquí reunidas tienen la finalidad de mostrar la vida pública a través de imágenes cuidadas: la prensa es un espacio de expectación y entre los géneros la crónica es la digresión. Son diversos los estilos bajo los que se construyen las vistas de la experiencia pública: van desde los “poemas” –crónicas en verso– contra los currutacos hasta la simulación técnica del cinematógrafo.
La crónica es entendida, entonces, como fuente de sucesos, procesos y cambios históricos; un valioso documento para historiar las prácticas, las ideas, las sensaciones, la vida cotidiana y las sensibilidades, los objetos, los espacios y los comportamientos, pero desde la “literariedad”. El pacto de lectura se establece desde el supuesto de “realidad” de lo expuesto, aunque desde una declarada subjetividad, que impide inscribirlo en otro espacio textual –dictamen, crítica política, reporte social, etc. Aunque el suceso narrado –la experiencia de la vida pública– parezca increíble, es un acontecimiento vivido realmente, lo opuesto de lo que se supone ficción: lo que se cuenta puede o no parecer real, pero jamás ocurrió fuera de la imaginación del autor. En la literatura, es irrelevante si lo que se cuenta, el peso poético de las palabras y el valor autónomo del escrito, funda su propio universo. Sin embargo, la crónica logra trastocar estos espacios claramente diferenciados. En la crónica, lo real se traduce en un pacto de lectura opuesto a la ficción. Por esa razón, otra de las virtudes de esta antología es, precisamente, que no se restringe a la idea tradicional de la crónica decimonónica, sino que presenta textos que en otra época habrían sido considerados, simplemente, piezas menores o misceláneas, por lo que entender este género fuera de las categorías restrictivas permite el rescate de documentos valiosos para la historia de la crónica, de los géneros, de la prensa y de la literatura mexicana.
Las crónicas aquí presentadas, además de recuperar la experiencia ciudadana en lo cotidiano, tienen elementos importantes de representación visual. Muchos de estos elementos de visualidad forman parte de la narración misma de los textos, pero también hay diversas referencias ecfrásticas e ilustrativas, tanto en el mismo soporte en el que fueron publicadas como a manera de alusiones a elementos visuales comunes. Como un añadido a lo anterior, cabe señalar que la edición del libro incluye también elementos visuales, que permiten establecer un diálogo distinto, pero histórico, con las crónicas recogidas. Dichas ilustraciones están incorporadas en el libro bajo una clara conciencia de la importancia interpretativa de la materialidad, razón por la que este trabajo también está soportado por un blog que recupera la materialidad original. Este diálogo entre la recuperación y la presentación del espacio o soporte original vuelve este proyecto biblio-hemerográfico una contribución de gran valor para el estudio de la historia literaria y cultural del México decimonónico. Cabe resaltar que gran parte de las ediciones recientes del Instituto de Investigaciones Bibliográficas están rigurosamente pensadas en función de su materialidad y configuración visual, por lo que muchos de los libros publicados en los últimos años podrían pensarse, sin lugar a objeciones, como libros-objeto artístico. En efecto, lo anterior obedece a un trabajo colaborativo claramente articulado y con directrices editoriales definidas, en virtud de realizar trabajos no sólo pertinentes académicamente, sino también estéticamente relevantes.
1 Rotker editó, en 1992, La invención de la crónica, en Buenos Aires, bajo el sello Ediciones Letra Buena.