El Pez y la Flecha. Revista de Investigaciones Literarias
Sección Cardumen
Vol. 2, núm. 2, enero-abril 2022
Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias, Universidad Veracruzana
ISSN: 2954-3843
Contemporáneos y otras lecturas
Diego Armando Lima Martínezaa
aUniversidad Veracruzana, México, Diego.alim@gmail.com
Miguel Capistrán. (2020). Contemporáneos y otras lecturas, 269 pp. isbn: 978-607-98946-1-0. Xalapa. Universidad Veracruzana/Academia Mexicana de la Lengua.
En el último de los casos que resolvió Erik Lönnrot, enigmático protagonista de “La muerte y la brújula”, Jorge Luis Borges disolvió las diferencias que separaban las dos grandes pasiones de su relato: el misterio policiaco y la lectura. En Lönnrot, podemos encontrar, a un mismo tiempo, la labor del crítico literario y la del investigador criminalista. Para utilizar una expresión muy a su gusto, podríamos decir que este método de “asociación infinita” permite a su personaje leer su realidad circundante, de la misma manera que antaño los sacerdotes interpretaban los códices de un rito compartido por iniciados. El lector-detective de Borges se asemeja al criminalista en su procedimiento: indaga las huellas, recupera todos los documentos y pruebas, interpreta los signos, imagina una narración coherente de los acontecimientos que precedieron al crimen. Sale en busca de la sierpe del otro hasta confundirse con él para resolver el enigma. Perfecto vicario, muchas veces debe intercambiar su papel con el perseguido para adelantarse a los acontecimientos; y no en pocas, descubre que el éxito de su empresa radica en aceptar las semejanzas que lo unen con éste. Pocos investigadores literarios han materializado mejor el ideal borgeano que Miguel Capistrán, el detective de los Contemporáneos.
La Universidad Veracruzana, en coordinación con la Academia Mexicana de la Lengua, ha editado Contemporáneos y otras lecturas, una colección de 25 textos de Miguel Capistrán, compilados y prologados por Sergio Téllez-Pon para la Colección Horizontes. Los documentos fueron publicados en un largo periodo de tiempo, que comprende de 1966 a 2008, de acuerdo con las notas bibliohemerográficas consignadas a pie de página. Se trata de una colección heterogénea de escritos de varia extensión, entre los que podemos hallar desde la noticia que encabezaba un descubrimiento literario hasta obituarios en los que descubrimos el ejercicio memorialístico de una vida inseparable de ese otro binomio que fueron para él las letras. Entre las temáticas, destacan, por supuesto, la labor de los Contemporáneos, sea de manera individual -Antonieta Rivas Mercado, Xavier Villaurrutia, Jorge Cuesta y José Gorostiza- o colectiva, a partir de los proyectos que emprendieron durante las décadas 1920-1930 -La Falange, la revista y teatro de Ulises y la puesta en escena Upa y Apa-; las revisiones acerca de diversos géneros y artes, entre los que destaca la pintura mexicana moderna -como es el caso del Boletín Mensual Carta Blanca-, la dramaturgia, poesía, música, biografía intelectual, novelas de viaje e historia de la literatura. Asimismo, hallamos apuntes que vuelven sobre la senda de protagonistas de nuestra historia cultural para valorarlos desde esa visión que ahora denominaríamos perspectiva de género, hacia la importante gestión de mujeres en el campo literario de la época -además de Rivas Mercado, acude a Nancy Cunard y Rosario Castellanos-, además de la presentación de obras de temática gay -Novo y Villaurrutia.
La pluma de Capistrán recorre con igual pasión la obra de los integrantes de Ulises-Contemporáneos -como proponía denominar a esta generación de artistas- como la de escritores precedentes o que prosiguieron, en cierto modo, su labor. Sobresalen por su rareza los artículos que toman por tema la escritura de novelas durante el siglo xix -aquí se presenta una lectura de El Periquillo Sarniento- y los albores del xx -compilación de viajeros y su visión de México-, así como aquellos que tienen por motivo la propuesta feminista de la escritora de medio siglo Rosario Castellanos o la inauguración de un espacio cultural, como el de la Pinacoteca Diego Rivera, en la ciudad de Xalapa, Veracruz. Quizá el texto que más llama la atención es el de los primeros esbozos de una biografía intelectual de Jorge Cuesta, que, entre la documentación y la imaginación, entre la consignación del archivo y la anécdota improbable, logra recuperar la estela que dejó tras de sí su atormentada existencia. Capistrán fue un gran colaborador de revistas, por lo que al acercarnos a este libro no debemos olvidar que la mayoría de sus contribuciones fueron pensadas para publicarse bajo los requerimientos editoriales de alguna sección literaria, revista o suplemento cultural. En este sentido, a la par de Téllez-Pon, lamentamos la ausencia del maestro para aclarar diversas referencias a obras o sucesos que, por falta de apostillas, se ensombrecen cada vez más con el paso natural de los años.
Otra es la suerte de introducciones o apuntes críticos que circulan con relativa fluidez en nuestros días, porque fueron publicados iniciado el siglo xxi. No se puede rescatar lo que no está perdido, ni mucho menos despojarlos de su contexto primordial. Si bien, plantea Téllez-Pon, el objetivo principal de este título consistió en reunir los materiales dispersos de Capistrán, principalmente aquellos que, sea por su diversidad o su temporalidad, quedaron fuera de Los Contemporáneos por sí mismos (1994), cabe preguntarnos si estos documentos, fieles a la noble servidumbre de la investigación, extravían con el traslado al formato del libro la “temperatura de su creación” -como diría Alfonso Reyes- o el ímpetu por develar la bruma sobre un reciente descubrimiento. Esta condición, que es inherente a los trabajos compilatorios, por la enorme cantidad de materiales invocados, vuelve desigual la lectura, como si ciertos pasajes terminaran en el momento justo en que iniciaba la conversación con alguno de los Contemporáneos o con otro investigador al que se introduce -es el caso de la “presentación” al Homenaje a Xavier Villaurrutia que preparó para la revista Biblioteca de México. Desde luego, este ejemplar no se empobrece con estas limitaciones, sino que, más bien, se enriquece, al enviarnos en busca de las referencias bibliohemerográficas donde hallaremos a Capistrán.
Con perdón de Chéjov, no sólo los cuentos tienen dos historias. En primer plano, este libro de crítica es, por supuesto, un recuento de los principales sucesos que llevaron al denominado “grupo sin grupo” a unir esfuerzos e iniciar actividades artísticas que, pese al zafio nacionalismo del que fueron blanco, terminaron por dar forma a la cultura mexicana moderna durante las primeras décadas del siglo pasado. Esta pasión, que se extiende más allá de los nombres de Salvador Novo o José Gorostiza, podemos hallarla en los artículos dedicados a otras pérdidas vitales, como la de Luis Mario Schneider o Antonio Alatorre, herederos, en más de un sentido, de las aspiraciones de los Contemporáneos. Es aquí donde se cimenta, en secreto, la historia del segundo plano: la del impune vicio de la investigación: ir en busca del documento, desempolvar el archivo, palografiar, entrevistar a quienes aún pueden relatar los hechos para dar a sus lectores una versión probable de los acontecimientos. Entre vida y literatura, se encuentran los dioscuros de esta obra. A casi una década del fallecimiento de Miguel Capistrán, sus páginas nos demuestran que continúa siendo contemporáneo nuestro.