El Pez y la Flecha. Revista de Investigaciones Literarias

DOI: 10.25009/pyfril.v3i5.91

Sección Flecha

Vol. 3, núm. 5, enero-abril 2023

Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias, Universidad Veracruzana

ISSN: 2954-3843

Bananos y hombres: Carmen Lyra y la influencia aprista y mariateguista

Bananas and Men: Carmen Lyra and the Aprista and Mariateguista Influence

Ana Torres Georgia 0000-0002-3419-1939a

aSouthern University, Estados Unidos de América atorres@georgiasouthern.edu

Resumen:

Este ensayo es una interpretación marxista de “Estefanía”, uno de los cuentos de Carmen Lyra, en su colección Bananos y hombres. Discuto la subyugación institucionalizada de las mujeres por parte de los hombres, sean ricos o pobres, tanto como por las mujeres acaudaladas. El personaje epónimo representa a todas las mujeres que sufren el abuso, la discriminación y la injusticia sin tener voz para denunciar y acusar a los antagonistas que se aprovechan de ellas. Por medio de esta obra literaria, Lyra muestra sardónicamente que Costa Rica, durante la época de su trabajo, no era “La Suiza de Latinoamérica”, sino una sociedad enferma. Su amistad con Víctor Raúl Haya de la Torre, el fundador peruano de APRA, influyó sus ideas en esta obra. Consecuentemente, su cuento no sólo habla de la situación deplorable de las mujeres, sino también de una reforma agraria inconclusa.

Palabras clave: Carmen Lyra; bananos; Costa Rica; opresión; marxismo.

Abstract:

This essay is a Marxist interpretation of “Estefania”, one of the stories of Carmen Lyra, in her collection Bananos y hombres. I discuss institutionalized subjugation of women by men, both whether rich or poor, as well as by wealthy women. The eponymous character represents all the women who suffer abuse, discrimination and injustice without having a voice to denounce and accuse the antagonists who take advantage of them. By means of this literary work, Lyra sardonically shows that Costa Rica, during the time of its work, was not “The Switzerland of Latin America”, but a sick society. Her friendship with Víctor Raul Haya de la Torre, the Peruvian founder of APRA, influenced her ideas in this particularly literary piece. Consequently, her story not only speaks of the deplorable situation of women, but also of an unfinished agrarian reform in Costa Rica.

Keywords: Carmen Lyra; bananos; Costa Rica; oppression; marxism.

Recibido: 20 de junio de 2022.

Dictaminado: 26 de agosto de 2022.

Aceptado: 30 de septiembre de 2022.

 

Carmen Lyra, pseudónimo de María Isabel Carvajal (1888-1949), merece más atención crítica fuera de su país natal: Costa Rica. Esta autora comprometida ha dejado una producción literaria tan valiosa en la actualidad como durante su vida. Sin embargo, hay una falta de artículos sobre sus obras. Mayormente, su colección más conocida es Los cuentos de mi tía Panchita, aunque la colección Bananos y hombres sea –originalmente publicada por entregas numeradas en Repertorio Americano, en 1931– quizá la más importante. Se le considera precursora naturalista de la literatura de protesta social y un ejemplo de la filiación marxista de la autora.

Tanto su compromiso con los más necesitados y su pensamiento político como su obra literaria pasaron por diferentes etapas de desarrollo. Lyra evolucionó de ser una joven que leía libros románticos, costumbristas, con vocación de servicio al prójimo, que aspiraba a convertirse en religiosa en la Orden de las Hermanas de la Caridad, a estudiar el anarquismo y las ideas antiimperialistas de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), para luego ocuparse, desde 1931 hasta su muerte, de la dirección intelectual y la propaganda del Partido Comunista de Costa Rica.1 Su obra literaria es vasta. Incluye una novela, En una silla de ruedas (1919), cuentos y una variedad de obras de teatro, ensayos y artículos, aunque la mayoría aún no se ha recopilado. Su compromiso social está plasmado en la totalidad de su obra.

Es la figura emblemática más importante de lo que es la prosa costarricense. Con Carmen Lyra, se crea una parte de lo que es un lenguaje costarricense, completo. Costarricense quiere decir uen na mezcla de lo criollo, lo costarricense y la gran cultura francesa, con presencia de los narradores rusos, principalmente Máximo Gorky. Nosotros conocemos a Carmen Lyra en Costa Rica a través de Los cuentos de mi tía Panchita, tal vez los clásicos, o los que más se han reproducido, o por lo menos los que más se han mencionado. El costarricense la conoce más por ahí, pero también hay una Carmen Lyra muy vinculada con los movimientos sociales de los inicios del siglo XX (Chase, 2020, p. 2).

Su obra aparece fundamentalmente influida por los cambios ideológicos que se dieron en ella: desde su experiencia personal inicial, que va de lo religioso, el anarquismo, el antiimperialismo, al socialismo científico y al partido de las clases obreras.2 Los temas recurrentes en las obras de Lyra giran en torno a estas aristas. Este trabajo propone indagar más a fondo la influencia socialista y marxista, específicamente, para resaltar las repercusiones de estas doctrinas en Bananos y hombres. Cosmopolita, pero sin perder su perspectiva regional, ella se aprovecha de las ideas apristas de Víctor Raúl Haya de la Torre, quien se quedó en su casa durante una visita a San José, en 1928.3 No obstante, según Chase (1999), “A pesar de la simpatía y la amistad por el político peruano, empieza a encontrar fisuras en su posición antiimperialista y sobre todo en su posición antisoviética y antimarxista” (p. 507). De hecho, antes de su visita, en 1925, ella rompe con sus ideas menos radicales para seguir la filosofía más extrema. Y “Es aquí, 1925, cuando empieza a alejarse del aprismo para interesarse más por el marxismo, por las obras de José Carlos Mariátegui, Aníbal Ponce... Mella y Rubén Martínez Villena” (Chase, 1999, p. 16).

El ideario de estos pensadores se revela en “Estefanía,” una viñeta de Bananos y hombres, que, según el enfoque de este estudio, presenta los temas del abuso, engaño, crimen y lucha.4 Entre los abusos, podemos señalar el abuso físico, el abuso sexual, el abuso verbal o emocional y el abuso del poder por parte de las autoridades. Como consecuencia de estos síntomas de una sociedad enferma, vemos la aparición del crimen, el cual deja su costra escabrosa en la mentalidad campesina como único recurso para sobrevivir. Sin embargo, los campesinos no son los únicos que cometen infracciones e injusticias. Ellos responden a su situación cuando los latifundistas exacerban su condición de embrutecidos. Es aquí que vemos el vínculo con el aprismo; y luego, las ideas de Mariátegui, ya que “La literatura, afirma la autora, debe ser combativa, nunca gratuita ni escéptica. El arte debe asentarse en la realidad y servir, no para distraer a la burguesía en sus ocios, sino ‘para ayudar a liberar a la clase trabajadora’” (Araya y Ovares,1985, p. 106). Es imprescindible reconocer el papel de la mujer en este ambiente, que requiere la lucha puesto que Lyra sufrió el prejuicio, la censura, el exilio y la muerte fuera de su tierra. De hecho, “Su militancia en el Partido Comunista, su participación en las luchas reivindicativas de los maestros y otros sectores sociales, y la defensa pública de sus ideas fueron causa de su destitución del cargo de maestra en 1933” (1985, p. 103). Sin embargo, nunca se disminuye su compromiso social y político, como se ve en Bananos y hombres.

Hay cuatro cuentos y un párrafo introductorio que componen Bananos y hombres.5 En la introducción, Lyra escribe: “Pongo primero BANANOS que HOMBRES porque en las fincas de banano, la fruta ocupa el primer lugar, o más bien el único. En realidad el HOMBRE es una entidad que en esas regiones tiene un valor mínimo y no está en el segundo puesto, sino en la punta de la cola de los valores que allí se cuentan” (p. 107). Es lógico asumir que esta observación influyó tanto a Neruda en su poema “La United Fruit Company” como a García Márquez y su presentación de la masacre bananera en Cien años de soledad. Por lo tanto, hay que pensar en el cuento dentro del momento histórico costarricense, en particular, y de las condiciones de subdesarrollados de Latinoamérica, en general, desde donde los otros autores toman en cuenta semejantes abusos, con semejantes imágenes. Según Eagleton (1976), “Marxist criticism analyses literature in terms of the historical conditions which produce it; and it needs, similarly, to be aware of its own historical conditions” (p. vi).6 El cuento de Lyra era tan importante que “The publication of ‘Bananas and Men’ fueled strikes that began in the banana plantations and spread throughout Costa Rica, eventually leading to protective labor legislation” (Horan, 2000, p. 47).7 Además, “Her stories... push past the mythology of the self-made man to examine how business practices that value capital above labor exact an enormous cost in human suffering” (Horan, p. 4).8 El sufrimiento y la soledad que ella enfatiza se revelan por medio de una narradora íntima y crítica, cuyos “cuentos plantean que la inmoralidad, la miseria y la ignorancia son mantenidas sistemáticamente por las clases dominantes y los intereses económicos, tanto foráneos como nacionales, que dirigen la explotación de los trabajadores” (Araya y Ovares, 1985, p. 106). Es interesante notar que, en el prefacio susodicho, Lyra escriba HOMBRES en vez de mujeres. Evidentemente, las mujeres ni siquiera ocupan un lugar en la punta de la cola, sino debajo de ella, como desecho. Sin embargo, ella trata de elevar a la mujer y darle su propio espacio, aunque nadie más quiera reconocer su valor como ser.

Cuando comienza el cuento “Estefanía”, la mujer se presenta como objeto que sólo sirve para cocinar, limpiar y satisfacer los apetitos carnales de los hombres. Estefanía no lleva un apellido; la cruz sólo marca su nombre de pila. Así, su identidad está borrada y ella se convierte en algo desprovisto de rasgos humanos:

En la playa interminable y desierta... encontramos la cruz de madera tosca, pintada de negro en alguna ocasión, ya desteñida casi toda. A lo largo de los brazos, un nombre, y tal vez la primera letra del apellido dentro de poco completamente ilegible, Estefanía R. Quizás Rojas, quizá Ramírez o Ramos. (Lyra, 1988, p. 107)

Sigue: “Muchas millas se habían recorrido sin encontrar nada que rompiera la monotonía del paisaje... dentro de aquella soledad inmensa. De pronto, la cruz negruzca enclavada en la arena, los brazos tendidos frente a la inmensidad azul. El mar la había llevado hasta allí” (p. 107). Ya que la cruz aparece en la playa, después de ser llevada por la marea, podemos suponer que esta infortunada no ha tenido control de su vida: estaba atrapada en un mar de abuso desenfrenado. Además, el ir y venir y la fuerza del mar con tanto ímpetu sugieren y simbolizan el paso de la narradora de un hombre a otro, muchas veces de forma violenta. Su única función es estar relegada a la situación de objeto sexual, al servicio de otro(s), sin la posibilidad de poder desarrollarse como ser humano. La narradora observa: “Creo que en Santa Cruz el juez... le hizo un chiquillo cuando ella apenas entraba en la adolescencia. Por supuesto que después el estimable caballero ni se acordaba de la insignificante aventura” (p. 108). De ahí: “Luego otro. Nació una niña. Era como esos pedazos de palo que van en la corriente de los ríos” (p. 108), es decir, no tiene ninguna importancia y deriva sin rumbo por la vida, sometida tanto a los caprichos del azar como a los caprichos de los hombres. Para algunos críticos, “La promiscuidad es vista como consecuencia de la ignorancia y sobre todo de la explotación de la mujer trabajadora, mientras que se denuncia la hipocresía de la mujer burguesa y se censura ciertas expresiones de su instinto sexual” (Araya y Ovares, 1985, p. 106). Para Chase (1999), “Bananos y hombres (1931) es el antecedente más notable, dentro de la literatura costarricense, del realismo social y la primera incursión por el mundo de las explotaciones bananeras hecha por un autor nacional” (p. 17). Así, la cruz simboliza su sufrimiento y su muerte. La negritud de la cruz implica que el pasado y el futuro sólo les ofrecen a las mujeres campesinas un infierno terrenal, sin luz ni salvación mientras que el status quo las mantenga en la ignorancia y en la servidumbre tenebrosa. El abuso se intensifica de una violación de la menor de edad, por parte del juez, figura metonímica del sistema jurídico que no protege al pueblo, a una violación por un grupo de campesinos, cuando ella va a una chacra con su hombre: “En una ocasión se metió a vivir con un hondureño. Una noche se convinieron los peones y asaltaron la casa del hondureño para quitarle la mujer. Lo apuñalearon e hicieron lo que la gana les dio con ella” (Lyra, 1988, p. 108). Es una cosificación total y, a la vez, una condenación del sistema patriarcal y sus instituciones, dentro del cual la mujer no tiene valor y la gente no respeta ninguna ley más que la sobrevivencia de los más aptos. La brutalidad de esta descripción espeluznante y repugnante inspira ira, misericordia y venganza en el lector, en defensa de esta víctima, que no tiene reivindicación, árbitro, solaz, ni recursos para luchar contra su situación. Ni se queja de los abusos, sino que acepta estoicamente su destino, de manera fatalista. La muerte es su único escape de este calvario. Por eso, Estefanía, sin apellido, representa a todas las mujeres que no pueden superar sus circunstancias: “Así, Estefanía es el prototipo de la mujer de la zona bananera, por eso es ‘silueta’ y por eso la cruz de madera no tiene apellidos. La madera se humaniza y tiende sus brazos para representar los sufrimientos comunes de esas mujeres” (Araya y Ovares, 1985, p.106). Lyra (2017) escribe: “Estefanía R.”; “¿Cómo habría sido la mujer que llevó este nombre?”; “¿se llamaría Estefanía? El nombre se ha borrado de la memoria” (p. 108). Sí, el nombre se ha borrado, pero no la imagen. Quizá Lyra se identifique con esta mujer desprovista de avatar masculino y figura paterna: “Es muy importante reseñar que Carmen Lyra fue una de esas muchachas que Brenes Mesén llamó alguna vez: hijos del amor... En este problema de nacimiento podemos también encontrar algunos de los temas que rondan las narraciones de Carmen Lyra de la primera época” (Chase, 1999, p. 7). Ya que Lyra fue exiliada y censurada, sufrió la deprivación no sólo del seno familiar, sino de la fuente de ingresos, hasta morir de cáncer en México. Así, nació huérfana, sin el apoyo paterno, y murió huérfana, sin el seno de la madre tierra. Como Estefanía, murió después de pasar una enfermedad fatal, desamparada y sin hogar.

Este problema de la orfandad y el de la falta de identidad no se resuelve por pasar de chacra a chacra, de patrón a patrón. Menciona la narradora: “En la finca en donde la conocí de cocinera era fiel al hijo del dueño como un perro... y por él se habría dejado ella matar. Por él aguantaba que el administrador de la finca en sus borracheras la pateara lo mismo que a su hija y a su perrillo” (Lyra, 1988, p. 109). Además de los hombres, las mujeres abusan de ella también:

Varios años sirvió allí, pero cuando se puso muy mal del paludismo, nadie hizo nada por ella. Y el buen mozo hijo del dueño de la finca ni siquiera se acordó en la ciudad de la pobre sirvienta enferma. En cuanto a la señora de los juanetes y su distinguida hija ignoraban hasta la existencia de aquella mujer que se desvelaba porque en la finca no se les perdiera ni un huevo, ni un cinco, desvelos que contribuían humildemente a pagar el automóvil, los viajes al extranjero y la fina ropa interior de la señorita. (1988, p. 109)

Estas mujeres desamparadas y anónimas cuidan los almacenes, protegen la riqueza y sufren sin quejas, mientras la gente acaudalada se desentiende de ellas. Son huérfanas, sin apoyo familiar, jurídico, ni legislativo. Comenta Chase (1999):

Estas narraciones sobreviven al tiempo porque Carmen Lyra supo darnos, combinar más bien, la literatura agraria, realista, con la penetración en la psicología de los actores de estos dramas, a quienes doblegan la naturaleza, la explotación y la propia inconsciencia de su poder y su solidaridad entre ellos, producto de identificaciones de clase. (p. 25)

De hecho, la visión que ofrecen los cuentos sobre el trabajo, los grupos marginados y la situación de la mujer dentro de ellos es consecuencia de la superación de un modelo estético anterior: las opciones estéticas y el punto de vista de los relatos se explican a partir de las determinantes históricas del momento (Araya y Ovares, 1985, p. 103). Esta visión clasista trasciende el panfletismo político y no disminuye el arte de sus cuentos ni de su estilo sencillo y sucinto.

La intimidad de la narradora da validez al retrato y aumenta el efecto emotivo mientras revela que Estefanía y su hija sufren desnutrición, aunque están rodeadas por productos agrícolas:

La vi la última vez a su regreso del hospital, en uno de los trenes de los ramales que salen de Siquirres, en un carro lleno de negros que reían a carcajadas, de negras vestidas de colorines que chillaban como loras nicaragüenses de voz suave. Siempre la niña pegada de ella, marchita ya como una persona vieja, y tan seria que uno se preguntaba si la risa nunca habría jugado sobre sus labios. (Lyra, 1988, p. 109)

El contraste entre los negros risueños y la niña marchita, que no sonríe, sugiere que ella y su madre son indígenas o, mejor, mestizas, que no se identifican ni con la raza española ni con la indígena, ni la africana: otro indicio de su orfandad. Además, la presencia de ellas entre los negros deshumanizados y extranjeros hace hincapié en su falta de hogar y compañía. Siempre está fuera de lugar. Irónicamente, su silencio se plasma en un ambiente supuestamente alegre, pero el énfasis en la negritud otra vez indica que es tan lúgubre como la cruz. El uso de los colores es un cromatismo poético que intensifica el estado decaído de Estefanía, quien parece ser vieja. De hecho, la descripción es más la de una fruta podrida que la de una mujer madura:

¿Quién hubiera dicho que esa mujer apenas si habría cumplido los veinticinco años? Estaba tan flaca que parecía se estaba chupando los carrillos; en la piel de un negro verdoso, la esclerótica brillaba con un amarillento siniestro y en los pómulos, en las clavículas y en los codos, ya los huesos rompían el pellejo. Al hablar hacía una mueca que dejaba al descubierto las encías descoloridas de las cuales la debilidad había ido arrancando aquellos sus dientes tan blancos y tan bonitos con la misma indiferencia con que una mano deshoja una margarita. (1988, pp. 109-110)

La comparación con la fruta y la insignificancia de los trabajadores, en general, y las mujeres, en particular, se hace más obvia en este pasaje: “Al llegar al término... se fue a buscar acomodo con otros pasajeros en uno de los carros-plataformas tirados por mulas que... sirven para el transporte de la fruta. Se veía que tenía dificultad para respirar. No es extraño que estuviera tuberculosa” (Lyra, 1988, p. 110). Así, Estefanía, después de sufrir varias enfermedades, muere joven y prematuramente. La obra termina como comienza, con su muerte; y pasa de lo individual a las masas, para mezclar la estructura circular con la vorágine de la infraestructura, mientras la forma imita el contenido:

Estefanía R. Una de las tantas mujeres que han pasado por las fincas de banano. Tras de nosotros quedó la cruz sembrada en la arena, los brazos abiertos hacia la inmensidad del mar sobre el cual comenzaba a caer el crepúsculo. (En las fincas de banano se le guardan más consideraciones a una mata de banano que a un peón). (1988, p. 110)

Es una conclusión incisiva, que connota una suplicación al cielo, que ya se oscurece, como augurio de la desesperación de las mujeres caídas, literalmente y figurativamente. También, puede significar una llamada a los obreros para que se subleven contra el sistema colonialista y extranjero, ya que la United Fruit Company y Mr. Keith controlaban la economía bananera. Escribe Mariátegui (1993): “La lucha contra el imperialismo no confía ya sino en la solidaridad y en la fuerza de los movimientos de emancipación de las masas coloniales” (p. 38). Esta suplicación frente al mar quizá simbolice un grito de protesta hacia la compañía frutera extranjera, ya que “Una economía indígena, orgánica, nativa se forma sola. Pero una economía colonial se establece sobre bases en parte artificiales y extranjeras, subordinada al interés del colonizador” (p. 52). Puesto que ocurre en la costa, las ideas de Mariátegui, las cuales anteceden Bananos y hombres por tres años, parecen haber influido en la obra posterior, desde que “El desarrollo de cultivos industriales, de una agricultura de exportación, en las haciendas de la costa, aparece íntegramente subordinado a la colonización económica de los países de América Latina por el capitalismo occidental” (p. 71). Así, vemos el compromiso socio-político de Lyra y su lazo con las ideas marxistas de Mariátegui. Sin embargo, Chase (1999) observa:

Me interesa aclarar que los conceptos ideológicos expresados en los relatos de Carmen Lyra nunca están subordinados al simple esquematismo político revolucionario. La ideología le sirve para intentar analizar –eso que ella llamaba labor de entomólogo–, de manera científica, las angustias del alma de sus personajes, las contradicciones de clase, los problemas políticos y sociales del país. (p. 27)

Este análisis científico se manifiesta en la prosa clara de Lyra al describir una sociedad enfermiza, subyugada al neocolonialismo capitalista de su época.

Todavía es difícil encontrar sus obras, porque “The memo- ry and work of Carmen Lyra have been suppressed because she profoundly contradicts the official, ‘showcase country’ image of peaceable, democratic Costa Rica, ‘the Switzerland of Central America’” (Horan, 2000, p. 1).9 Además, “As social criticism, ‘Bananos y hombres’ provides crucial background to understanding present day injustices in the ongoing fantasy of Costa Rica as a ‘tropical paradise’” (p. 16).10 En fin, esta obra tiene tanto valor ar- tístico como político y demuestra influencias de Haya de la Torre y de Mariátegui, quienes querían erradicar los males no sólo en Perú, sino en Latinoamérica durante la misma época. Al igual que sus contemporáneos latinoamericanos, ella analiza la fea realidad de un mundo hostil, en contra del ser humano. Más aún, ella da un paso más, como científica forénsica, al explorar las causas que le quitan al indigente la vida para luego tratar de reconstruirlo en ser humano, en lugar de dejarlo en su condición de cosa amorfa y anónima, como lo hacen las oligarquías bananeras. Estos cuentos siguen los ideales sociales, políticos y revolucionarios de Mariátegui y de Haya de la Torre. Son una llamada a la acción para salvar la dignidad del hombre pobre, que, en muchos lugares, todavía vale menos que un banano. La narrativa de Lyra realiza un proceso de alquimia al reivindicar la humanidad en sus personajes, en lugar de dejarlos en su estado cosificado de banana aplastada, putrefacta e inservible. La verdadera revolución de Carmen Lyra es a través de su pluma.

Bibliografía

Araya, S. Y Ovares, F. (1985) Las Manifestaciones intertextuales de Bananos y hombres de Carmen Lyra. Káñina, 2, 103-08.

Chase, A. (1999). Introducción. En A. Chase (Ed.), Carmen Lyra: Relatos escogidos (pp. 7-29). San José: Editorial Costa Rica.

Chase, A. (2020, enero-junio). Entrevista a Alfonso Chase. Apuntes sobre María Isabel Carvajal, Carmen Lyra. Revista Perspectivas: Estudios Sociales y Educación Cívica. http://dx.doi.org/10.15359/rp.20.5

Ducca, I. (2010, diciembre). Los caminos de Carmen Lyra. Ístmica, 13, 195-208. https://www.revistas.una.ac.cr/index. php/istmica/article/view/2327

Eagleton, T. (1976). Marxism and Literary Criticism. Berkeley: University of California Press.

Horan, E. R. (Ed. y Trad.). (2000). The Subversive Voice of Carmen Lyra. Selected Works. Gainesville: UP of Florida.

Lyra, C. (1988). Los otros cuentos de Carmen Lyra. (A. Chase, Ed.). San José: Editorial Costa Rica.

Lyra, C. (2017). Estefanía. (R. Brizuela, Il.). San José: Editorial Costa Rica.

Mariátegui, J. C. (1993). Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. México: Ediciones Era.

Roca, C. (2010). Prólogo. En Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (Ed.), El pensamiento de Haya de la Torre (pp. 7-8). Perú: Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral.

Notas

1 La Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) se creó en el año 1924. Es un partido político de origen peruano que, al principio, pretendía escalar a nivel continental, en concordancia con la propuesta de su fundador Víctor Raúl Haya de la Torre, quien tenía como objetivo principal crear una red de movimientos sociales y políticos de izquierda en América Latina, para oponerse al imperialismo.

2 El tema de la religiosidad en la obra de Lyra hace una crítica severa de la iglesia católica, como institución, y denuncia la alianza nefasta que tiene ésta con el gobierno opresor. Su visión de la religión es más utilitaria, liberadora o cuestionadora del Evangelio y de la realidad social que mística.

3 Para enfrentarse al colonialismo mental existente, Haya de la Torre (2010) planteó la necesidad de buscar un camino propio; y en esa búsqueda, encontró que el marxismo era la metodología más adecuada para interpretar esa realidad, es decir, tomar las tesis que Marx y Engels habían formulado para Europa en el siglo XIX y compararlas con la realidad de América Latina en el siglo XX.

4 Los ideales sociales de Mariátegui y Haya de la Torre diferían en gran manera. No obstante, coincidían, inicialmente, en la prédica antiimperialista y en la creación de un proyecto revolucionario para resolver los problemas más apremiantes de un país, considerando necesario desarraigar los vínculos existentes entre el latifundismo y el poder de los capitales extranjeros.

5 Cabe mencionar que otras obras también trataron el tema de las bananeras en la literatura costarricense, como “Mamita Yunai” de Carlos Luis Fallas.

6 “La crítica marxista analiza la literatura en términos de las condiciones históricas que la producen; y necesita, igualmente, ser consciente de sus propias condiciones históricas.” La traducción es nuestra.

7La publicación de Bananos y Hombres impulsó huelgas que comenzaron en las plantaciones bananeras y se extendieron por todo Costa Rica, lo que eventualmente llevó a una legislación laboral protectora.” La traducción es nuestra.

8Sus historias... van más allá de la mitología del hombre hecho a sí mismo para examinar cómo las prácticas comerciales que valoran el capital por encima del trabajo generan un costo enorme en sufrimiento humano.” La traducción es nuestra.

9La Suiza de centro América”. La traducción es nuestra.

10Como crítica social, ‘Bananos y hombres’ proporciona un trasfondo crucial para comprender las injusticias actuales en la fantasía actual de Costa Rica como un ‘paraíso tropical’”. La traducción es nuestra.