El Pez y la Flecha. Revista de Investigaciones Literarias

DOI: 10.25009/pyfril.v3i5.98

Sección Cardumen

Vol. 3, núm. 5, enero-abril 2023

Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias, Universidad Veracruzana

ISSN: 2954-3843

Aurelia Valero Pie. Historia intelectual y traducción

María del Pilar Ortiz Lovilloa

aUniversidad Veracruzana, México piortiz@uv.mx

Aurelia Valero Pie. (2022). Historia intelectual y traducción. 221 pp. ISBN: 9786078858019. México: Universidad Veracruzana.

Historia intelectual y traducción, coordinado por Aurelia Valero Pie, Doctora en Historia por El Colegio de México e investigadora en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, sale a la luz gracias al trabajo colectivo de siete autores, que conjugan aquí su vasta experiencia. Este grupo de investigadores se interesó por documentar aportaciones desde distintos campos: la literatura, la traducción, la traductología y la historia. En estas páginas, se reconoce que la traducción no se puede separar de la historia intelectual, porque es indisociable de la cultura. Por otra parte, los ensayos permiten apreciar la alianza entre diferentes saberes, mitigar el aislamiento y favorecer el diálogo al intentar establecer un lenguaje común y abrir la discusión. No vamos a encontrar aquí divergencias sobre el modo de traducir; más bien, seremos testigos de la influencia que han ejercido algunos textos traducidos en el contexto histórico cultural y social en el que se publicaron.

Historia intelectual y traducción está organizado en siete apartados. Inicia con “La calabacera de la discordia”, escrito por Caterina Camastra. En este capítulo, la autora diserta, entre otros muchos temas, amenos e interesantes, sobre el paratexto y muestra cómo la intertextualidad se convierte en un recurso para enmarcar, orientar y comentar. Afirma que el paratexto es un guiño a las lecturas propias del autor, que lo esgrime y puede revelar nuevas dimensiones del texto. Cuando el epígrafe está en otra lengua, la autora ofrece diversas alternativas: aconseja no traducirlo y dejarlo en la misma lengua o bien buscar una traducción ya publicada, que, en algunos casos, es canónica y consagrada, lo cual, advierte, puede arrojar al traductor al pánico, porque es como buscar una aguja en un pajar. En el texto de Diego Carlo Amendolla, “De Tiraboschi a Landi: primera aparición del concepto ‘feodalisme’, en una traducción francesa”, el autor comenta que Landi, el traductor al francés, utilizó una versión abreviada de una obra reconocida, a la que añadió sus propias apreciaciones, por lo que no se trata de un metatexto, sino más bien de un prototexto, el cual intentó acercar a la cultura ilustrada francesa y a las ideas que tenían los hombres de letras en torno al sistema de feudos. El autor menciona que el concepto féodalisme, un lustro antes de que iniciara la Revolución Francesa, englobó todas las características negativas del pasado y que su semántica hace referencia, en la obra de Antonio Landi, a la tiranía y al oscurantismo que asolaron Europa, por lo que la palabra féodalisme, en la traducción, posibilitó que la obra de Tiraboschi fuera leída por el público francófono.

Otra de las autoras, Noemí Goldman, en “Traducción y transferencias conceptuales en tiempo de revolución en Hispanoamérica. Algunas consideraciones a través de los prólogos”, sostiene que la historia de la traducción se define como una práctica de investigación y explica que esto se debe a que sitúa los fenómenos de la traducción dentro de la historia; y describe las prácticas traductoras a lo largo del tiempo. Subraya la importancia de establecer un mayor diálogo entre la historiografía sobre la traducción y la historia cultural y conceptual, para contar con mayor capacidad explicativa de estas prácticas, ya que desde la historia cultural se ha insistido en que las traducciones son un claro ejemplo de traducción entre culturas y no solamente entre lenguas.
Santiago Carassale, en el capítulo “Transculturaciones de la ciudad letrada: memoria de los conflictos sociales”, se interesa por investigar los conflictos provocados por la constitución de las identidades a partir del proyecto de independencia que dividió a las sociedades en dos: las que se consideraban herederas de la “revolución Cádiz” y las que querían revolucionar la situación de dominación colonial. Explica cómo estos conflictos se expresan en las concepciones de la lengua y la literatura emergentes en esa época. Además, se realiza una incursión por los procesos de configuración de las identidades criollas en México y Colombia, las cuales se configuraron con base en las experiencias de los conflictos y las propuestas en torno a la literatura y la lengua.

En “El cardenismo fabiano. Estrategias de traducción y política intelectual en el México posrevolucionario”, Rafael Rojas relata que el Fondo de Cultura Económica, creado en 1934, fue el mayor proyecto editorial de América Latina en el siglo XX. La propuesta de Cosío Villegas era concebir una editorial que tradujera clásicos de la economía política. Sin embargo, José Ortega y Gasset se opuso, porque pensaba que la hegemonía de la traducción debía estar en manos peninsulares. Fue hasta 1940 que Cosío Villegas reconoció que el Fondo de Cultura Económica carecía de un proyecto de traducción y concibió un plan que consistía en una colección de clásicos: Hobbes, Bodino, Maquiavelo, Rousseau, Marx, entre otros.

Aurelia Valero Pie, en “Cuando traducir es inventar: actores, redes y contextos en la recepción en Norteamérica de José Ortega y Gasset”, comenta que Patrick Romanell, se dio a conocer en México con su libro The Making of the Mexican Mind, el cual fue traducido al español por José Gaos, a petición de Alfonso Reyes, con el título La formación de la mentalidad mexicana. La autora comenta que al traducir mind como mentalidad se evitaba que el lector confundiera el término con “mente” y lo interpretara como complejo colectivo de creencias, valores, ideales y aspiraciones de una sociedad en momentos sucesivos del tiempo (Christie, 1926, p. 79; Valero, 2022, p. 203). La obra de Romanell contribuyó a difundir y a consolidar los elementos de una narrativa hegemónica, al aceptarse como una obra de referencia, en virtud de su carácter pionero y fuente primaria de información.

Finalmente, encontramos “Filosofía, traducción y autenticidad en México”, de Nayelli Castro, quien nos recuerda las palabras de Walter Benjamin en Andrés Claro (2012), para beneplácito de los traductores, ya que afirma que “la condición latinoamericana está doblemente determinada por la traducción” (p. 221). Menciona que el escaso conocimiento de lenguas extranjeras en las universidades ha obligado a leer traducciones y ha convertido éstas en un factor decisivo para definir aquello a lo que tenemos acceso y a lo que queda fuera de nuestro alcance. La autora señala que, desde una perspectiva sociológica, la traducción de filosofías extranjeras ha sido considerada un arma de doble filo, ya que se corre el riesgo de inhibir la producción filosófica del medio intelectual que las importa, pero también de fomentar la creatividad y enriquecer las discusiones y debates en torno a su traducción.

A manera de conclusión, podemos explicar que la configuración de ideas que aparecen en este libro permite darnos cuenta de la importancia de la traducción para la historia intelectual; y que resulta de suma importancia seguir investigando sobre estos temas. Sólo nos resta recomendar la lectura de este libro a los traductores, estudiantes y profesores de traducción y a los investigadores interesados en estas temáticas.