El Pez y la Flecha. Revista de Investigaciones Literarias

DOI: 10.25009/pyfril.v3i5.99

Sección Cardumen

Vol. 3, núm. 5, enero-abril 2023

Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias, Universidad Veracruzana

ISSN: 2954-3843

Carlos Gutiérrez Alfonzo. Minucias. Maneras de decir cómo se vive la frontera

Jared Adonai López Sotoa

Gardner College, Xalapa, México, jaredsoto97@hotmail.com

Carlos Gutiérrez Alfonzo. (2021). Minucias. Maneras de decir cómo se vive la frontera. ISBN: 9786073054195. San Cristóbal de las Casas: Universidad Nacional Autónoma de México-Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur.

Los hechos acontecidos en la periferia o en los márgenes suelen ocupar un lugar no prioritario en los intereses teóricos o críticos. Lo común es atender asuntos políticos, culturales o artístico de grupos sociales dominantes: la frontera norte de México es más estudiada que la del sur. Así sucede también en la antropología, disciplina en la que se ubica Minucias. Maneras de decir cómo se vive la frontera (2021) de Gutiérrez Alfonzo, un ensayo que lleva al lector a explorar “detalles” en la zona limítrofe con Guatemala.

Minucias. Maneras de decir cómo se vive la frontera recopila voces de la región Chiapas-Huehuetenango, tomadas de los pobladores de la frontera entre 2016 y 2018. El libro se divide en dos partes, lo cual permite que los testimonios “adentren” al lector en la región, para que al llegar a la mitad del ensayo pueda complementar la perspectiva con encuestas e historia. En la primera sección, se hayan los hechos que muestran la vida en la zona; en la segunda, se presentan anécdotas, unidas con datos estadísticos y sobre el pasado del área. Debido a lo anterior cabe preguntarse ¿dichas “pequeñeces” son capaces de retratar una identidad sobre tal territorio?, ¿qué sucesos podrían definirse como “típicos” de la frontera sur?, ¿qué tan correcta es la idea que se tiene sobre la localidad si se compara con lo narrado en Minucias. Maneras de decir cómo se vive la frontera? Estas preguntas encuentran respuesta en los rasgos distintivos del ensayo: el uso de voces que retratan “el día a día” en el borde nacional. Tal conglomerado crea un mosaico donde convergen opiniones, migración, costumbres, identidad, economía, creencias, delincuencia, manifestaciones del habla y otros sucesos registrados por medio del discurso: “Insisto en que me dedico a oír. Paro la oreja. Puede ocurrir que conozca quien habla; en otras ocasiones no es necesario que haya cierta familiaridad para que la persona hable” (pp. 8687). De esta manera, el lector-testigo logra unificar las anécdotas y comprender la esencia de la frontera sur. En otras palabras, el libro proporciona una mirada que enriquece la vida de un lugar que, cuando se piensa en él, suele ser referido desde el prejuicio: “«Bien bonito, pura matazón»” (p. 41).

Otro punto destacable son las historias que hay detrás de las voces: proporcionan imágenes que amplían la idea que se tiene de la región. Así, el espectador puede cuestionarse acerca de los prejuicios que ensombrecen la frontera sur, por lo cual podría preguntarse ¿qué tan cierta es la noción de delincuencia y pobreza en la zona? La investigación de Gutiérrez Alfonzo sí refiere asesinatos; sin embargo, son una minoría si se comparan con el resto en la obra: “De pronto se oyeron detonaciones. [...]. Un joven cambista, calle abajo, había sido ejecutado. Dos muchachos que iban en una moto, al pasar frente a él, le dispararon” (p. 33). La identidad que brindan las historias se encuentra en lo cotidiano: por ejemplo, el hecho de que los municipios cercanos interactúan más entre sí que con sus países; la presencia de la migración; la economía, donde conviven el peso y los quetzales; las huellas creadas por los desastres naturales; y demás sucesos de la localidad, narrados desde voces que, a su vez, comparten anécdotas personales.

Resulta relevante que las voces, pese a que narran eventos personales, generan interés, al mostrar diferentes perspectivas de varios sucesos. Debido a esto, el lector pudiera creer que el ensayo transita de un acontecimiento a otro y que, por ejemplo, no hay relación entre la historia de una señora mayor que vende dulces en una carretilla de madera y el suceso de que algunos vendedores de muebles, por el recurrente ir y venir entre ciudades, duerman en la camioneta en la que se trasladan. Con sucesos como los anteriores, Minucias. Maneras de decir cómo se vive la frontera retrata los discursos del área limítrofe, cuya unión entre los hechos se encuentra al ver diversas situaciones comentadas desde varios personajes. De esta manera, por medio del habla local el autor ofrece una polifonía, en la cual se les brinda espacio a numerosas voces, que son englobadas por una naturaleza sur fronteriza marcada por eventos y opiniones: “En estas minucias, fue mi propósito consignar maneras de vivir en un espacio en el que existe una frontera política” (p. 191).

Otra cualidad destacable es la propia investigación, ya que ésta se constituye mediante testimonios obtenidos “de primera mano”, tomados de México y Guatemala: “fueron obtenidos discursos sobre la frontera, en la frontera. Para comprender los discursos me baso en el planteamiento de ver el lenguaje en acción. Se tiene en cuenta quién habla, desde dónde habla y para quién habla” (p. 22). El hecho de indagar mediante el trabajo de campo, y no únicamente con investigación documental, es significativo para la génesis de esta obra, debido a que, si se desean exponer los modos de vida en la región, es necesario una interactuación directa. Entonces, la obra es una buena fuente, que evidencia los “detalles” característicos de la vida en la frontera, ya que las opiniones se sienten y se saben oriundas de la zona. Como resultado, dicha gama de eventos genera nuevas imágenes sobre una de las regiones más “olvidadas”: la muestra como una localidad que es mucho más que una línea divisoria entre territorios.

Llegado este punto, se debe hablar de lo notable en obras como Minucias. Maneras de decir cómo se vive la frontera: pudiera argumentarse que la importancia de ésta viene de que aborda situaciones que, para algunos lectores, figurarían como lejanas del interés nacional. Precisamente, el valor del ensayo radica en la recuperación de varias imágenes configurantes de un territorio que, o no se le menciona, o bien se le retrata es a través del prejuicio. Entonces, se tiene que pesquisas de esta naturaleza son necesarias para entender las formas de vida de una localidad que ignoramos o queremos ignorar. Ante la objeción de que es posible conocer por internet la recta que divide a Guatemala y México, se debe recordar que en línea la información es muy escueta, mientras que si se desea profundizar en el tema es necesario esbozarlo con fuentes que se sepan documentadas por medio de interacción directa: “Ayer coloqué en el buscador de Google «Frontera Comalapa» y apareció la página del municipio: www.fronteracomalapa.gob.mx. Han sido alojados ahí datos generales sobre el municipio, el ayuntamiento actual y noticias” (p. 85).

En definitiva, Minucias. Maneras de decir cómo se vive la frontera es un planteamiento relevante en la literatura sobre la frontera sur, en el cual se analizan las manifestaciones locales por medio de discursos que brindan identidad a una de las regiones nacionales menos visibles. En otras palabras, la investigación se aventura a examinar, en primer lugar, una región cuya notoriedad es opacada por la línea divisoria del Río Bravo y, en segundo, a dar protagonismo a las anécdotas personales, con las que se favorece la divulgación de nuevas representaciones de la localidad. De tal modo, indagaciones de este tipo propician que aumente el énfasis que se les da a los temas menos pronunciados, de modo que, con el tiempo, dichos tópicos logren captar la atención de mayor público y, a su vez, de más autores interesados en estudiar la zona colindante de Chiapas-Huehuetenango. Como resultado, se puede afirmar que la obra de Gutiérrez Alfonzo es una puerta mediante la cual los espectadores se dan la oportunidad de conocer “detalles” de una región no muy explorada, puntos que parecerían no ser transcendentes, pero que instan a dirigir la mirada al sur, para conocer esas historias que, como dice el autor, “hacen que apueste por aquello que para la mayoría pudiera carecer de relevancia” (p. 187).