Ética y buenas prácticas editoriales

Buenas prácticas del Equipo Editorial[1]

El Equipo Editorial es el responsable de la calidad de los artículos que se publiquen en la revista. Para asegurar que el contenido publicado alcance los estándares más elevados, el Equipo Editorial debe observar una serie de buenas prácticas editoriales, tanto en las tareas que le competen como en su relación con el resto de los actores, y vigilar que, a su vez, estos se apeguen al presente código de ética.

Tareas generales y responsabilidades

  • Solicitar de forma regular la opinión de los autores, lectores, evaluadores y miembros de los consejos editoriales externos acerca de la forma en que se están llevando a cabo los procesos editoriales, y recabar sus sugerencias para mejorarlos.
  • Revisar bibliografía actualizada acerca de innovaciones en los procesos de revisión por pares o la edición de revistas, con el fin de reevaluar sus propias dinámicas a la luz de los nuevos hallazgos.
  • Buscar recursos apropiados, la guía de expertos y el entrenamiento pertinente para desempeñar su rol de manera profesional y elevar la calidad de la revista.
  • Adherirse a iniciativas diseñadas para erradicar las conductas académicas inadecuadas.
  • Secundar o fomentar proyectos para instruir a los investigadores sobre los lineamientos éticos que deben seguirse en todo proceso de publicación.
  • Evaluar los efectos que generan las políticas de la revista en la forma de proceder de los autores y evaluadores, y modificarlas en la medida que sea necesario para promover un comportamiento responsable y desalentar malas prácticas.

Relación con los lectores

El compromiso ético con los lectores implica garantizar que los contenidos que se les ofrecen cumplen con elevados estándares de calidad, tanto en su contenido como en su presentación. Para ello deberán observarse las siguientes recomendaciones:

  • Asegurarse de que todos los artículos de investigación hayan sido evaluados por revisores adecuadamente calificados.
  • Verificar que las secciones no evaluadas por pares, en nuestro caso la Sección Cardumen, estén claramente identificadas.
  • Adoptar procesos que fomenten la precisión, integridad y claridad de los artículos de investigación.
  • Asumir un sistema de autoría o contribución que promueva buenas prácticas (de manera que las listas de autores reflejen con precisión quién realizó el trabajo) y desaliente conductas inapropiadas (por ejemplo, autores fantasma,[2] autores invitados u honorarios[3]).
  • En el caso de las revistas que aceptan manuscritos de los miembros del Comité o del Consejo Editorial, se debe informar a los lectores de los pasos seguidos para asegurar que fueron sometidos a una evaluación objetiva e imparcial.

Relación con los autores

El Equipo Editorial tiene el compromiso ético con los autores de proporcionarles toda la información necesaria para el envío de sus colaboraciones, así como garantizar las condiciones adecuadas para que el proceso de evaluación sea justo e imparcial. Para ello deberán observarse las siguientes recomendaciones:  

  • Publicar instrucciones claras y detalladas acerca del envío de colaboraciones y de lo que se espera de los autores durante el proceso de evaluación y edición.
  • Proporcionar una guía acerca de los criterios sobre autoría, es decir, quién debe aparecer enlistado como colaborador y quién no.
  • Revisar las instrucciones para los autores con frecuencia, para adecuarlas a los cambios en la política editorial de la revista o a las innovaciones que se implementen.
  • Proporcionar enlaces a guías que sean de utilidad para fomentar las buenas prácticas tanto en la redacción como en la publicación de trabajos académicos (por ejemplo, las del COPE, o el ICMJE).
  • Solicitar a todos los colaboradores que notifiquen al equipo editorial cualquier conflicto de intereses relevante, y que señalen las correcciones pertinentes en caso de que dicho conflicto surja después de la publicación del manuscrito.
  • Garantizar que serán seleccionados revisores adecuados para cada colaboración (es decir, que sean capaces de juzgar el trabajo de forma competente e imparcial, y estén libres de conflictos de intereses que los descalifiquen).
  • Respetar las solicitudes de los autores para que no evalúe su colaboración determinada persona, siempre y cuando lo argumenten de forma adecuada.
  • Preservar la confidencialidad de los manuscritos y no divulgar su título o su autoría antes de que sean aceptados para su publicación.
  • Abstenerse de utilizar el contenido original de un manuscrito (datos, metodología, argumentos, resultados) antes de su publicación, a menos que se cuente con el permiso por escrito del autor o los autores.
  • Guiarse por los diagramas de flujo del COPE en caso de sospecha de malas prácticas o cuando surja una disputa en torno a la autoría de un manuscrito.
  • Describir con detalle en la página de la revista cómo se manejarán los casos en que se sospeche de malas prácticas, o facilitar vínculos a los diagramas del COPE.

Relación con los evaluadores

Con el fin de que el proceso de evaluación se apegue a la ética y las buenas prácticas editoriales, el Comité Editorial debe ofrecer a los evaluadores una serie de coordenadas que les permitan llevar a buen puerto su dictamen. Para ello deberán observarse las siguientes recomendaciones:

  • Proporcionar lineamientos claros y detallados a los evaluadores; deben actualizarse regularmente de acuerdo con los cambios e innovaciones en la política editorial de la revista.
  • Solicitar a los evaluadores que manifiesten cualquier posible conflicto de intereses antes de acceder a revisar un manuscrito.
  • Incentivar a los evaluadores para que señalen posibles faltas éticas y malas prácticas en las investigaciones presentadas en los manuscritos (por ejemplo, diseños de investigación poco éticos, detalles insuficientes sobre el consentimiento de los sujetos o descuido en la protección de su anonimato).
  • Conminar a los evaluadores a garantizar la originalidad del manuscrito, a que estén alertas ante el plagio y las publicaciones redundantes.
  • Otorgar el reconocimiento correspondiente a la contribución de los evaluadores a la revista.
  • Garantizar la confidencialidad durante el proceso de evaluación, de modo que no se filtre a los autores quién está llevando a cabo la revisión de su manuscrito.
  • Establecer reglas claras y darlas a conocer a los evaluadores en caso de que se decida publicar una lista con sus nombres a posteriori, como reconocimiento a su contribución con la revista. Respetar su decisión en caso de que soliciten no ser incluidos en ella.
  • Supervisar el desempeño de los evaluadores y tomar medidas para garantizar que su evaluación sea de alta calidad. El Comité Editorial debe revisar los reportes de evaluación antes de enviarlos a los autores; en caso de encontrarlos inadecuados, ya sea por su bajo nivel o por resultar ofensivos, es necesario descartarlos y solicitar una nueva evaluación.
  • Desarrollar y mantener una base de datos de evaluadores altamente calificados, y actualizarla con base en su desempeño. Eliminar de la base de datos cualquier evaluador que consistentemente elabore revisiones irrespetuosas, de baja calidad o tardías.
  • Asegurarse de que la base de datos de evaluadores refleje a la comunidad académica de la revista.
  • Utilizar un amplio rango de fuentes (no sólo contactos personales) para identificar potenciales nuevos evaluadores (por ejemplo, sugerencias de los autores, bases de datos bibliográficas, directorios de instituciones con líneas de investigación afines).
  • Apegarse a los diagramas de flujo del COPE en caso de sospecha de malas prácticas de los evaluadores.

Relaciones con los miembros del Jurado de arbitraje

El apoyo que pueda proporcionar a la revista un Comité Editorial externo (en nuestro caso llamado Jurado de Arbitraje) dependerá en gran medida de la forma en que se seleccione a sus integrantes y de que se establezca con ellos una comunicación efectiva. Para ello deberán observarse las siguientes recomendaciones:

  • Identificar posibles miembros que puedan contribuir activamente al desarrollo y buen manejo de la revista.
  • Nombrar a los miembros del Jurado de Arbitraje por un período fijo (dos o tres años) y, en caso de que se considere conveniente extender la permanencia de algunos miembros, establecer reglas precisas para ampliar el nombramiento por un período adicional.
  • Proporcionar lineamientos claros a los miembros del Jurado de Arbitraje acerca de las funciones y tareas que se espera que cumplan. Pueden incluir: actuar como embajadores de la revista; apoyar y promover la revista en los distintos foros a los que se tenga acceso; localizar autores competentes y manuscritos adecuados para la revista; promover activamente el envío de colaboraciones; evaluar manuscritos para la revista; aceptar comisiones para redactar editoriales, reseñas y comentarios sobre artículos de su área de especialidad; asistir y contribuir a las reuniones del Equipo Editorial.
  • Consultar a los miembros del Jurado de Arbitraje de forma regular (por lo menos una vez al año) para recabar sus opiniones acerca de la gestión de la revista, informarles sobre cualquier cambio en la política editorial e identificar futuras iniciativas.

Garantía de calidad

  • Implementar sistemas para detectar datos espurios y textos plagiados, tanto como un proceso de rutina como cuando surja una sospecha de malas prácticas en un manuscrito.
  • Fundamentar las decisiones acerca de los cambios en el estilo de la revista en evidencias relevantes sobre los factores que podrían elevar la calidad de los artículos (por ejemplo, adoptar resúmenes estructurados), en lugar de hacerlo simplemente por motivos estéticos o preferencias personales.

 Protección de datos personales

  • Adoptar una política acerca de la publicación de datos personales (por ejemplo, de los sujetos de una investigación) y explicarla claramente a los autores.

 Propiedad intelectual

  • Adoptar sistemas para la detección de plagio (software especializado, búsquedas en internet de títulos similares) en las colaboraciones enviadas; hacerlo tanto de forma rutinaria como en caso de que surja una sospecha de plagio.
  • Apoyar a los autores cuyos derechos hayan sido violados o que hayan sido víctimas de plagio.
  • Prever una estrategia para defender los derechos de los autores y perseguir a los ofensores (por ejemplo, exigiendo retractaciones o que se remueva material de sitios web), independientemente de que su revista posea o no los derechos de autor.

Referencias

- Albert, T. & Wager, E. (2003). How to handle authorship disputes: a guide for new researchers. EEUU: COPE. Recuperado de https://publicationethics.org/files/2003pdf12_0.pdf

- Reyes, H. (2018). Problemas éticos en las publicaciones científicas. Revista Médica de Chile, 146, 373-378. Recuperado de https://scielo.conicyt.cl/pdf/rmc/v146n3/0034-9887-rmc-146-03-0373.pdf

[1] El documento original se refiere a los “journal editors”; no obstante, consideramos que las prácticas descritas deberían ser observadas por el Comité Editorial en su conjunto, que suele estar integrado por el director de la publicación, el editor propiamente dicho y un cierto número de académicos. Todos ellos son quienes llevan a cabo la gestión cotidiana de la publicación, y en ellos recae también la mayor responsabilidad en cuanto al seguimiento del código de ética.

[2] El término puede referirse a: 1) Escritores profesionales (con frecuencia pagados por un patrocinador comercial) cuya participación no es reconocida. Aunque rara vez cumplen con los criterios para considerarse autores, ya que no estuvieron involucrados en el diseño de la investigación o en la recolección o interpretación de los datos, es importante dar crédito a su contribución, ya que su intervención puede representar un potencial conflicto de intereses. 2) Personas que hicieron una contribución significativa al proyecto de investigación y que cumplen con los criterios de autoría, pero que no aparecen en la lista de autores (Albert & Wager, 2003, p. 34).

[3] Son personas que aparecen en la lista de autores pero que no realizaron ninguna contribución significativa a la investigación y no cubren los criterios de autoría. Suelen ser figuras prominentes (por ejemplo, directores de departamento o instituto) cuyos nombres se agregan para ganarse su favor (Albert & Wager, 2003, p. 34). También puede tratarse de investigadores cuyos “nombres podrían dar más peso o credibilidad a lo que se describe o afirma en el manuscrito –aunque no hayan participado en el estudio– o bien pertenecen a una unidad o departamento cuyos miembros pretenden –injustamente– figurar como autores en todas las publicaciones generadas allí” (Reyes, 2018, pp. 375-376).